martes, 15 de noviembre de 2011

La paz es cosa de todos



          Podemos afirmar que la vida en paz es difícil, en nuestra opinión debería ser la meta final, un objetivo que todos debemos lograr. El hecho de que necesitamos el consenso de todos para alcanzarla hace que sea tan difícil de conseguir, es necesario acercar posturas y dejar atrás el interés y la codicia, y esto lo podemos aplicar tanto a pequeños casos de violencia que podemos ver día a día, como a situaciones terribles de guerras e injusticias que se dan y que se han dado siempre, puesto que el ser humano desde su inicio ha vivido en conflicto.

Parece inevitable, hablando de este tema, hacer referencia al comunicado de fin de la violencia de la banda terrorista ETA. Pese a ser un tema espinoso, se puede decir que ambos hemos vivido muy de cerca el dolor provocado por ellos. Naturales de Bilbao y San Sebastián, hemos visto desde muy pequeños el terrorismo, conociendo historias que nos afectaban directamente por ser las víctimas personas muy cercanas a nosotros (un vecino, algún familiar o personas de nuestro entorno). Es una gran noticia para nosotros el comunicado de cese de armas, pero el futuro confirmará o no la decisión tomada por la banda terrorista.

Por otro lado, es importante decir que no hace falta irse a la Guerra de Irak, por poner un ejemplo, para ser conscientes de que la violencia es algo que está presente en nuestro día a día cómo podemos ver en el telediario o simplemente una noche cualquiera en la que dos posturas diferentes acaban llegando a las manos. A nadie le extraña oír que haya habido una pelea en una noche de fiesta, ya sea por motivo de la ingesta de alcohol o el ego frustrado de algún “gallito de corral”.

Creemos que el verdadero problema está en la actitud que se está generalizando en la sociedad. Esta actitud se asemeja a la de un niño caprichoso que siempre se tiene que salir con la suya no pudiendo quedar por debajo o llegar a un acuerdo. Parece que en ocasiones vamos en contra de la lógica dejando atrás el razonamiento. No solo hace falta hablar de violencia física sino que situaciones como la discriminación racial o sexual, entre otras, no contribuyen a crear un mundo basado en la tolerancia y en el diálogo donde se deje escuchar y se respete la opinión de los demás pese a que sea contraria a la propia.

Es muy fácil hablar de la paz en el mundo pero no nos damos cuenta de que lo más importante es que vayamos cambiando nosotros mismos con nuestros detalles hacia los demás, puesto que somos los primeros que tenemos que cambiar para llegar a lograr un cambio de actitud de todos.

Cuando hablamos de que nosotros somos los primeros que debemos cambiar, lo decimos porque nuestra actitud, (y con "nuestra", queremos referirnos a occidente) está totalmente alejada de conseguir una verdadera paz mundial. En efecto, un tercio de la población mundial ha logrado un “perfecto” estado de bienestar, pero ¿qué hay de los otros dos tercios? Lo cierto es que de ellos no tenemos noticias. De los que se mueren de hambre en África, de las víctimas de guerras provocadas por intereses económicos, que probablemente lo son todas, y de todos aquellos que trabajan en condiciones inhumanas para que nosotros, podamos seguir en nuestra burbuja de consumo y apatía, a ellos les robamos directa o indirectamente la paz.



          Creemos necesario un cambio en el curso de la historia. Seguir con nuestro nivel de vida destruye poco a poco nuestro mundo. Suena utópico, pero la única solución posible es terminar de una vez por todas con todas esas necesidades que se nos crean artificialmente, para que el todopoderoso régimen mercantilista siga en pie. La paz es un concepto amplio y extenso y habitualmente se relaciona con la violencia pero, ¿cuántos tipos de violencia existen? A nuestro parecer, explotar el planeta para satisfacer a unos pocos es un crimen comparable a los mayores genocidios, una aberración que se camufla y que debemos cambiar para conseguir la paz verdadera.


Miguel de Arteche
Venancio Echeverría










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